MOVIE REVIEW: “Bull Run” (2023)

Synopsis: An interesting (and specific) portrait of the life of a filmmaker who acquired an addiction to cryptocurrencies by making these investments during a pandemic period and the consequences of this on her personal life.

During the pandemic, practically everyone had to learn to deal with a reality that was completely exhausting and full of challenges. Trying to escape different types of negative scenarios, many people learned new things and dedicated themselves to it very hard. In the case of this Spanish documentary, the plot focuses on a filmmaker whose personal world was shaken after she became addicted to cryptocurrencies, putting her health and personal relationships at risk. The “raw” world as everything was done on screen is very interesting and brings good debates.

Ana's addiction to the cryptocurrency market reached such a high level that her father and husband suggested she dedicate herself to therapy to learn how to deal with this obstacle, but crypto trading “hypnotized” her in a way that any effort to try to escape this would represent nothing. The movie shows the events in an immersive way, paving the way to awaken in the public a fundamental empathy for the protagonist in the midst of her “private chaos” as she herself tries to find a way out of this “seductive” and profitable labyrinth.

The solution Ana found to deal with her problem was to create a documentary (and here it is worth mentioning the fact that the movie itself is a documentary, and with another documentary being made in the same project, it brings an air of “metalanguage” very interesting) with the help of family and friends. This idea ends up working very well, as if it were a mental exercise to deal with an addiction that she was aware of, but had not yet decided to face. The Bitcoin fever is one of the main points of the documentary, which also addresses other topics.

Among them, the emotional dependence acquired by Ana in relation to the world of cryptocurrencies, and the implications that this ended up having for her. Betting on a light and funny tone, the improvised script mixes more technical scenes with testimonials from famous Spanish personalities in the cryptocurrency financial market. The way this is interspersed manages to create great moments, creating more engagement between those involved to portray topics of plural importance (such as blockchain technology and some of the long-term impacts that this can bring).

One of the most interesting points of the movie is seeing how Ana uses her addiction to her advantage, showing the audience how it was possible to overcome it without giving up on it. Ana's exponential gains seduced her strongly, and the movie shows how all this happened after she was introduced to this universe by a friend. From then on, better understanding the pros and cons of acting in this market, Ana begins to have better insight into her actions, making her rethink her actions (and with that rediscovering her love for cinema... which until then it seemed forgotten).

Another important point is how those outside this “bubble” see the market. In the case of Ana's family, everyone believed that blockchain technology and Bitcoin actually represented a large pyramid scheme, which was driven by the idea of tokenization. This is the most sensitive side of the plot, and also the side that is most quickly recognized by the general public (who still don't want to invest in cryptocurrencies or don't even know that this is possible). The script ends up working with several aspects and fortunately manages to do it well.

Technically it is a project with a very simple production, something very “homemade”. However, at no point does this affect the quality of the material, which has a great essence. The assembly is efficient, and greatly favored by a combination of complementary ideas. Written and directed by Ana Ramón Rubio herself, the events were filmed with the aim of trying to deliver maximum curability to viewers, strengthening an inspiring plot, especially for people who have been dealing with this market for longer and recognize in the scenes.

Bull Run is a documentary that is built along non-linear paths, turning the experience into a journey with good surprises throughout its development. Avoiding technical terms in order to create a narrative that is easier to understand, the dialogues are almost always very plural, that is, they are staged in more democratic ways so that everyone can understand the topics covered more fluidly. Apparently “disconnected” themes end up working extremely well within a plot that prioritizes an emotional core amidst the chaos of graphics.

Sinopsis: Un retrato interesante (y específico) de la vida de una cineasta que adquirió una adicción a las criptomonedas al realizar estas inversiones durante un período de pandemia y las consecuencias de esto en su vida personal.

Durante la pandemia, prácticamente todo el mundo tuvo que aprender a afrontar una realidad completamente agotadora y llena de desafíos. Tratando de escapar de diferentes tipos de escenarios negativos, muchas personas aprendieron cosas nuevas y se dedicaron a ello con mucha fuerza. En el caso de este documental español, la trama se centra en una cineasta cuyo mundo personal se vio sacudido luego de que se volviera adicta a las criptomonedas, poniendo en riesgo su salud y sus relaciones personales. El mundo “crudo” tal como se hizo todo en pantalla es muy interesante y genera buenos debates.

La adicción de Ana al mercado de las criptomonedas llegó a tal nivel que su padre y su esposo le sugirieron que se dedicara a terapia para aprender a lidiar con este obstáculo, pero el comercio de criptomonedas la “hipnotizó” de tal manera que cualquier esfuerzo por intentar escapar de esto no representaría nada. La película muestra los acontecimientos de forma inmersiva, allanando el camino para despertar en el público una empatía fundamental hacia la protagonista en medio de su “caos privado” mientras ella misma intenta encontrar una salida a este laberinto “seductor” y rentable.

La solución que encontró Ana para afrontar su problema fue crear un documental (y aquí cabe mencionar que la película en sí es un documental, y con otro documental realizado en el mismo proyecto, le da un aire de “metalenguaje” muy interesante) con la ayuda de familiares y amigos. Esta idea acaba funcionando muy bien, como si se tratara de un ejercicio mental para afrontar una adicción de la que era consciente, pero que aún no había decidido afrontar. La fiebre Bitcoin es uno de los puntos principales del documental, que también aborda otros temas.

Entre ellos, la dependencia emocional adquirida por Ana en relación al mundo de las criptomonedas, y las implicaciones que esto acabó teniendo para ella. Apostando por un tono ligero y divertido, el guión improvisado mezcla escenas más técnicas con testimonios de personalidades españolas famosas del mercado financiero de las criptomonedas. La forma en que esto se intercala logra crear grandes momentos, creando más compromiso entre los involucrados para retratar temas de importancia plural (como la tecnología blockchain y algunos de los impactos a largo plazo que esto puede traer).

Uno de los puntos más interesantes de la película es ver cómo Ana utiliza su adicción a su favor, mostrando al público cómo es posible superarla sin darse por vencido. Las ganancias exponenciales de Ana la sedujeron fuertemente, y la película muestra cómo sucedió todo esto después de que un amigo le presentó este universo. A partir de entonces, al comprender mejor los pros y los contras de actuar en este mercado, Ana comienza a tener un mejor conocimiento de sus acciones, haciéndola replantearse sus acciones (y con ello redescubrir su amor por el cine... que hasta entonces parecía olvidado).

Otro punto importante es cómo ven el mercado quienes están fuera de esta “burbuja”. En el caso de la familia de Ana, todos creían que la tecnología blockchain y Bitcoin en realidad representaban un gran esquema piramidal, impulsado por la idea de tokenización. Este es el lado más sensible de la trama, y también el lado que el público en general reconoce más rápidamente (que todavía no quiere invertir en criptomonedas o ni siquiera sabe que esto es posible). El guion acaba trabajando con varios aspectos y afortunadamente consigue hacerlo bien.

Técnicamente es un proyecto con una producción muy sencilla, algo muy “casero”. Sin embargo, esto en ningún momento afecta a la calidad del material, que tiene una gran esencia. La asamblea es eficiente y se ve muy favorecida por una combinación de ideas complementarias. Escritos y dirigidos por la propia Ana Ramón Rubio, los hechos fueron filmados con el objetivo de intentar entregar la máxima curabilidad a los espectadores, fortaleciendo una trama inspiradora, especialmente para las personas que llevan más tiempo lidiando con este mercado y se reconocen en las escenas.

Bull Run es un documental que se construye por caminos no lineales, convirtiendo la experiencia en un viaje con buenas sorpresas a lo largo de su desarrollo. Evitando términos técnicos para crear una narrativa más fácil de entender, los diálogos son casi siempre muy plurales, es decir, se escenifican de maneras más democráticas para que todos puedan entender con mayor fluidez los temas tratados. Temas aparentemente “desconectados” terminan funcionando extremadamente bien dentro de una trama que prioriza un núcleo emocional en medio del caos gráfico.

*Sinopse: Um retrato interessante (e específico) sobre à vida de uma cineasta que adquiriu um vício em criptomoedas fazendo estes investimentos durante um período pandêmico e as consequências disso em sua vida pessoal.

Durante a pandemia, praticamente todo o mundo teve que aprender a lidar com uma realidade totalmente exaustiva e repleta de desafios. Tentando fugir de diversos tipos de cenários negativos, muitas pessoas aprenderam coisas novas e se dedicaram a isso com muito afinco. No caso deste documentário espanhol, a trama aborda uma cineasta que teve o seu mundo pessoal chacoalhado depois que ela adquiriu um vício em criptomoedas, colocando em risco a sua saúde e os seus relacionamentos pessoais. O mundo “cru” como tudo foi feito na tela é bem interessante e traz bons debates.

O vício de Ana no mercado das criptomoedas atingiu um nível tão alto, que o pai e o marido dela sugeriram que ela se dedicasse a fazer terapia para aprender a lidar com esse obstáculo, mas o comércio criptográfico a “hipnotizou” de um jeito que qualquer esforço para tentar fugir disso representaria algo nulo. O filme vai mostrando os acontecimentos de uma maneira imersiva, pavimentando o caminho para despertar no público uma empatia fundamental a protagonista em meio ao seu “caos particular” enquanto ela mesma tenta encontrar uma saída desse labirinto “sedutor” e lucrativo.

A saída encontrara por Ana para lidar com o seu problema foi criar um documentário (e aqui vale à pena mencionar o fato de que o próprio filme é um documentário, e com outro documentário sendo feito no mesmo projeto, traz um ar de “metalinguagem” muito interessante) com a ajuda de familiares e amigos. Essa ideia acaba funcionando muito bem, como se fosse um exercício mental para lidar com um vício do qual ela tinha conhecimento, mas que ainda não havia decidido enfrentar. A febre do Bitcoin é um dos pontos principais do documentário, que também aborda outros temas.

Dentre eles, a dependência emocional adquirida por Ana em relação ao universo das criptomoedas, e as implicações que isso acabou trazendo para ela. Apostando em um tom leve e engraçado, o roteiro improvisado mescla cenas mais técnicas com depoimentos de personalidades espanholas famosas no mercado financeiro das criptomoedas. O modo como isso é intercalado consegue criar ótimos momentos, criando mais engajamento entre os envolvidos para retratar temas de importância plural (como a tecnologia blockchain e alguns dos impactos a longo prazo que isso pode trazer).

Um dos pontos mais interessantes do filme é ver como Ana usa o seu vício a seu favor, mostrando ao público como foi possível superá-lo sem desistir dele. Os ganhos exponenciais de Ana a seduziram fortemente, e o filme mostra como tudo isso aconteceu depois que foi apresentada a esse universo por um amigo. A partir de então, entendendo melhor os prós e os contras de atuar neste mercado, Ana começa a ter um melhor discernimento sobre os seus atos, fazendo com que ela repense suas ações (e com isso redescobrindo o seu amor pelo cinema... que até então parecia esquecido).

Outro ponto importante é como quem está de fora desta “bolha” enxerga o mercado. No caso da família da Ana, todos acreditavam que a tecnologia blockchain e o Bitcoin representavam na verdade um grande esquema de pirâmide, que era impulsionado pela ideia da tokenização. Esse é o lado mais sensível da trama, e também o lado que consegue com mais rapidez ser reconhecido pelo grande público (que ainda não quer fazer investimentos em criptomoedas ou sequer sabem que isso é possível). O roteiro acaba trabalhando com diversas vertentes e felizmente consegue fazer isso bem.

Tecnicamente é um projeto com uma produção muito simples, algo bem “caseiro”. No entanto, em nenhum momento isso afeta a qualidade do material, que tem uma essência ótima. A montagem é eficiente, e muito favorecida por uma junção de ideias que são complementares. Escritos e dirigidos pela própria Ana Ramón Rubio, os acontecimentos foram filmados com o objetivo de tentar entregar o máximo de curabilidade para os telespectadores, fortalecendo uma trama inspiradora, em especial para as pessoas que já lidam com esse mercado a mais tempo e se que reconhecem nas cenas.

Bull Run é um documentário que é construído por caminhos não lineares, tornando a experiência em uma viagem com boas surpresas ao longo do seu desenvolvimento. Fugindo de termos técnicos afim de criar uma narrativa mais fácil de ser compreendida, os diálogos são quase sempre muito plurais, ou seja, são encenados de maneiras mais democráticas para que todos possam entender os temas abordados com mais fluidez. Temas aparentemente “desconexos” acabam funcionando extremamente bem dentro de uma trama que prioriza um núcleo emocional em meio ao caos de gráficos.