Durante la Segunda Guerra Mundial, muchas personas judías de clase media y alta se negaron a abandonar sus casas, algunos se escondieron en casas de amigos que los protegían a costa de su propia integridad, si los descubrían todos estaban en peligro a menos que pagaran el precio del silencio y es cuando las joyas y dinero forman parte de un negocio lucrativo que encontró Andries Riphagen, él se aprovechaba de su cargo para ganarse la confianza de todas las partes, los altos funcionarios del gobierno nazzi y también de los grupos de insurrección.

Con una personalidad encantadora se mostraba sensible ante los crímenes que se estaban cometiendo y actúa como mediador, primero buscaba y encontraba a sus víctimas en el más mínimo escondite, luego se ganaba su confianza y les ofrece inmunidad y protección cambiándoles sus nombres y documentos para que pudieran seguir con tranquilidad, algunos los ubicaba en otras casas lujosas ya desocupadas.

Su estrategia era pedirle a las personas que encontraba a cambio de sus vidas dinero o joyas para entregarla a sus superiores en el partido, pero quedándose con una buena tajada. Así logró complacer a todos, mientras se hacía pasar por un doble espía. Para los nazis era un adoctrinado confiable y leal, para los insurrectos era información confiable y un aliado, para los judíos era la salvación. Con el tiempo se ganó la confianza de todos y una persona adinerada lo llevaba a otra, y así hacía más y más dinero, haciéndoles creer a todos que era su testaferro. En tiempos de guerra la confianza es lo más importante porque es escasa, y nadie confía en nadie.