Heartstopper (La continuación de lo sublime)
Sin interponer los incómodos debates sobre la sexualidad, yo he dejado claro que el amor no necesita identidades para que sea hermoso, sublime y para que valga la pena. Heartstopper llegó a conquistar a un público quizás más romántico y menos carnal, más empático y menos pragmático y ¡Bendito sea Dios, que es así!
Voy a recalcar lo que he dicho hasta la saciedad, el mayor valor de la serie es no sexualizar las relaciones queer, principalmente porque no son relaciones diferentes a cualquier relación heterosexual y no siempre y no la mayoría están movidas por el deseo carnal, ni la lujuria, en la mayoría hay una conexión sana, hermosa, romántica que se complementa con el sexo, pero no tienen en el sexo el pilar que las fundamenta.
En la tercera temporada (ALERTA DE SPOILER) no solamente hay un despertar sexual, sino que hay un tratamiento muy natural sobre el deseo, sobre las ganas y sobre los miedos y el autoestima de quien se enfrenta a una conexión sexual, y no la primera vez, siempre.
Por otro lado, se tratan los trastornos mentales de una forma tal que no sólo se le quita complejidad para tratarlos en la cotidianidad de una conversación y quitarle la manta de Tabú que les cubre, sino que da indicios de cómo se puede ayudar a alguien con un trastorno en su salud mental. Hay actuaciones conmovedoras, en esta entrega creo que Nick y Tory se llevan la palma en cuanto a llegar, conmover y remover sentimientos.
En las redes se difunde constantemente la suerte que tiene Charlie de tener a Nick en su vida, pero la suerte es de ambos. El amor es de quien lo entrega, no de quién lo recibe y Nick sólo da lo que tiene y Charlie sólo teme perder lo que recibe y no entregar lo que debe ser recíproco. Es un amor correspondido, lleno de maravillosos momentos que en la penumbra de una situación difícil no deja de brillar.
Nuevamente la narrativa de la serie es sublime, hermosa, con un ritmo que hace sentir al espectador que cada capítulo dura más de lo que tarda y cuenta mucho en tan poco tiempo. Un episodio finaliza y no hay desasosiego, no hay impaciencia, sino la calma de quien lee un cuento bien contado y escucha una canción bien cantada.
10/10 (Pero sigue siendo ficción sin duda alguna). Pero ojalá hubiera habido más ficciones hace años y ojalá nunca dejen de existir.
...Y sí, el amor siempre puede, sólo hay que enseñarle cómo!