Barbie [Una epopeya sobre la igualdad]

Barbie fue un fenómeno de taquilla en el año 2023.

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Básicamente, en mi opinión, una taquilla arrastrada por los protagonistas Margot Robbie y Ryan Gosling, sin embargo, una película tan aparentemente superficial es, nuevamente desde mi opinión, una oda a la igualdad desde el inicio hasta el fin.

Debo decir que la película, aunque se presenta como una propuesta bastante infantil, no es para nada una cinta para niños. La densidad de los diálogos, las figuras retóricas, el discurso narrativo y la simbiosis entre la realidad y la fantasía hacen que en ocasiones se presente como una propuesta filosófica de alto nivel.

Y es que Barbie, siendo la muñeca más famosa del mundo, definitivamente rompió esquemas de ventas, de idiosincrasia y se colocó sin esfuerzos en medio de la polémica del feminismo, la igualdad y la política de género y la película que parecía enaltecer el triunfo más absoluto de la fabricante de juguetes Mattel es en realidad una palanca para echar por tierra las apariencias y darse un baño de realidad.

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Barbie, es una muñeca que estaba segura, vino para hacer felices a las niñas, para empoderarlas, hacerlas conocedoras de su potencial, prepararlas para el triunfo en cualquier ámbito de desempeño que las chicas escogiesen y para hacerlas sentir plenas, completas y poderosas por si mismas. Ken, es un muñeco que cobra sentido siempre que exista Barbie, ha vivido a su sombra y no tiene más propósito que captar la atención de la muñeca.

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Cuando ambos muñecos llegan al mundo real, entienden lo poco que entendían su propósito en el mundo, Barbie entiende que tras ella hay una larga fila de culpas basadas en el estereotipo de una mujer con belleza inalcanzable, propuesta bajo ciertos estándares que fueron creados para enaltecer la cultura de la cosificación, la industria de la estética y con todo ello el consumismo de la vanidad, despojando a las féminas de una posibilidad real de alcanzar una emancipación que aún hoy es una lucha constante.

Ken por su parte, tiene una epifanía, descubre que la balanza en el mundo real, favorece por entero al hombre, que la cultura es masculina, que la sociedad es falocéntrica y que su papel de estar relegado a la sombra de Barbie es un engaño o un atraso. Se tropieza con la triste realidad de que aún hoy la sociedad es patriarcal, pero se esfuerza en "disimularlo" muy bien.

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En su mundo habitual, ambos muñecos experimentan sentimientos encontrados, Barbie decepcionada y contrariada, violentada y maltratada encuentra su "mundo" dominado por un patriarcado incipiente en donde Ken reclama la supremacía que aprendió en el mundo real, exigiendo privilegios solamente por el gracioso azar de ser hombre, lo cual, según entiende, basta para conseguir lo que quiera. Esto, obviamente lo logra inculcando en las Barbies la idea de que un mundo dominado por hombres es mejor para las mujeres porque serán protegidas, halagadas, cortejadas y admiradas siempre que no intenten ocupar puestos de hombre y se subyuguen a su autoridad, les venden humo tras propuestas de que ellos se esforzarán por ellas y lo único que deben hacer es servirles, arrebatándoles de tajo al esencia de ser humano y relegándolas a simples objetos decorativos, porque eso si, deben ser siempre bellas.

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Todo esto hasta que Barbie entiende que en el mundo real, la mujer es sometida a una presión de la que el hombre no es capaz ni de imaginar, para que ésta pueda sentirse parte activa de la sociedad: debe ser grácil, pero discreta, inteligente pero modesta, bella, pero no más que el resto de las mujeres para no parecer vanidosa y no tanto como para tentar a otros hombres, porque si, en el mundo en el que vivimos, las acciones reprochables de los hombres para con las mujeres normalmente es culpa de "ellas". Deben ser madres, pero no monopolizar su vida en la prole, deben ser profesionales sin olvidar que un hogar, un esposo, una familia dependen de ellas, deben ser decididas sólo en ausencia de los hombres, porque también, son protagonistas sólo en ausencia de hombres.

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Y de pronto se dan cuenta que todo eso Barbiland lo superó desde su creación y no necesitan un Ken, le corresponde a Ken, averiguar su lugar en ese mundo, lo cual implica empezar a transitar el camino que en el mundo real las mujeres siguen atravesando para lograr conquistar sus derechos.

Definitivamente es una película rompedora. Con muchos temas para la reflexión y muchas puntas por sacar. Hay que verla con ojo crítico y con mirada sensible porque alguna vez todos hemos sido el Ken de una Barbie.

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